1 - ¿Cómo
definirías tu poesía? ¿En qué proporción su temática y estilo
surgen espontáneamente o son provocados?
La poesía
es una suma de varios elementos que se dan cita en la casa del poeta,
que es el poema. En mi caso, conozco más o menos a cada uno de
ellos, aunque a veces acude algún desconocido, pero no sé del todo
cómo llegan a ponerse de acuerdo. Creo, por tanto, que cada poema
lleva en sí mismo su propia definición, en la que el poeta no
participa al cien por cien. Si te digo que mi poesía es simbolista,
no sería cierto del todo; si por el contrario la etiqueto como
realista o metafísica, tampoco. No es una mezcla, pero sí un
pensamiento que surge de un debate interior en el que intervienen
varias partes.
2 - Así
como los pintores de larga trayectoria se dice que pintan siempre el
mismo cuadro
¿Crees que el poeta que escribe habitualmente está
elaborando siempre el mismo poema? ¿Cuál es tu caso?
No
exactamente. Creo que el poeta, como el pintor o el músico, va
adquiriendo nuevas experiencias en la vida para que su escritura se
vaya transformando y, por tanto, aunque su estilo sea determinante,
el poema evoluciona y ya no es el mismo. Hay escritores que conciben
el poema como una fotografía que fija un momento determinado de su
escritura y lo colocan en el álbum para no tocarlo más. Hay otros,
entre los que me encuentro, que creen que el poema es como un espejo
y debe reflejar el rostro y el alma de quien se contempla. Si el que
se asoma es el autor y no se ve a sí mismo, hay que corregirlo,
rehabilitarlo, incluso reescribirlo.
3 - ¿En
qué modo crees que tu poesía sirve o puede servir como terapia para
tus lectores o para ti mismo/a?
No creo
que mi poesía sirva para curar a nadie. Ojalá que así fuera. La
poesía es necesaria, no como ansiolítico o aspirina, sino como
consciencia, y eso, más que curar, duele y desvela, aunque tal
inquietud sea necesaria.
4 - ¿En
qué modo el/la poeta debe, o no, tender a elaborar una poesía de la
totalidad?
Pienso en
Juan Ramón irremediablemente cuando me hablan de totalidad. Yo no
soy tan ambicioso o, al menos me conformo con mirar la realidad desde
ángulos opuestos y complementarios a la vez, pero me temo que cada
parcela que evocamos forma parte de una unidad mayor. Todo es
analogía.
5 -
Musicalidad (con o sin rima), contenido, lenguaje poético: ¿de cuál
de estos tres pilares podría deshacerse un poema e incluso así,
seguir teniendo calidad?
Siempre
digo que escribo poesía porque soy un músico frustrado. No es del
todo verdad, pero algo de eso hay. Concibo el principio del poema
como una célula sonora que poco a poco va generando un pensamiento a
partir del roce de sus sílabas, el ritmo de sus versos y su interna
musicalidad. A veces me despierto por la noche y anoto una frase, un
verso que, a la mañana siguiente no le encuentro demasiado sentido,
y le doy vueltas, a veces no ante el papel o el ordenador, sino ante
el piano. Surgen armonías, frases musicales, agrupaciones sonoras
que escribo, no como notas en el pentagrama, sino como palabras y
versos que, a partir de una concepción musical, cristalizan en el
lenguaje poético y dan forma y contenido al poema, sin abandonarse a
la excesiva ambigüedad.
6 -
¿Hasta qué punto es deseable que un poema sea sencillo, desnudo,
corto? ¿Es el paradigma del buen poema, conseguir delegar en el
lector el mayor peso posible, a la hora de interpretarlo?
No creo
que el tamaño tenga que ver con la eficacia. Hay poemas cortos y
largos, buenos y malos al margen de sus dimensiones. Pienso, por
ejemplo, en «Espacio» y en «Yo no soy yo», ambos de Juan Ramón
Jiménez y opuestos en su envergadura. Tampoco creo que a la hora de
escribir haya que tener muy en cuenta la capacidad deductiva del
lector, sino la coherencia del propio poema ante uno mismo.
7 -
¿Favorece a la poesía actual la gran variedad de temáticas y la
ausencia de monolitos generacionales como los del 98 o 27?
Más que
de variedad temática yo hablaría de variedad estilística, porque
los temas vienen siempre a ser los mismos con más o menos
matización. Sin embargo, ante esa aparente libertad de estilo,
predomina una tendencia hacia el gregarismo, hoy alimentada por las
redes sociales, y lo que es peor, por la crítica y el ámbito
editorial. No sé tampoco si existen ausencias generacionales. Si por
una parte es bueno no preocuparse por salir en la foto de tu
promoción, por otro lado, hay como un aluvión de gente que escribe
y publica, dejándose arrastrar por las emociones primarias y por la
inmediata comunicabilidad con el otro. Y eso, no es que no favorezca
a la poesía, sino que sencillamente no es poesía.
8 - ¿En
qué proporción el/la poeta deben vivir, más que escribir, o
viceversa, para alcanzar un nivel elevado de calidad y honestidad en
su creación?
No
entiendo esa separación entre vivir y escribir porque no creo que la
poesía deba ser más testimonio que de ella misma. Construir un
poema es un acto lingüístico, pero a su vez es un asunto vital. Hay
poemas que nacen muertos y otros que contienen en su forma más
intensidad que aquella que haya podido experimentar el autor a lo
largo de su vida.
9 -
Cuando creas poemas, ¿en qué medida lo haces con afán pedagógico?
En
ninguna. La poesía no enseña comportamientos ni conocimientos.
Simplemente es un latido que, más que en el corazón, vibra en la
conciencia, y si se aprende algo con ella es a vivir, al margen de
las presuntas pretensiones instructivas del autor.
10 -
¿Cuál crees que es la clave para hacer que un recital poético sea
atrayente (Música durante la recitación o entre poemas, cantidad de
poemas a leer, número de presentadores o lectores, temporalización,
cualquier otro complemento)?
En mi caso suelo recurrir a la música, pues como he dicho antes, concibo el poema como un complejo resultado de sonoridades. Por tanto, esa música no debe acompañar la dicción del poema, sino sonar por sí misma, responder o, tal vez, proponer, creando un juego dialéctico con la palabra. Por otra parte, la fórmula tradicional de la lectura poética se ha quedado un tanto anticuada y pienso que habría que reinventarla.
11 – La
famosa pregunta de escribir para uno mismo y/o para los demás.
No se
escribe nunca para sí mismo, y quien lo afirme miente, sobre todo si
ha publicado o enseñado sus textos a alguien. Sin embargo, la acción
de escribir es solitaria, un reto entre el «escribiente» y los
signos, algo así como la construcción de una casa en medio de la
noche que, una vez terminada, abre sus puertas para que entren los
demás y contemplen las estrellas a través de la claraboya.
12 – Si
te apetece, hazte tú mismo/a esta pregunta final y contéstala (por
supuesto).
Me da
miedo hacerme una pregunta final y, sobre todo, tener respuesta para
ella. Gracias.
Muy interesante. Unas reflexiones que provienen de un hombre culto e inteligente.
ResponderEliminar