martes, 10 de abril de 2018

Lo que opina Alfonso Brezmes

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Lectura de Ultramor                                Alfonso Brezmes y la fotografía


1 - ¿Cómo definirías tu poesía? ¿En qué proporción su temática y estilo surgen espontáneamente o son provocados?
Como una bajada a los cielos o una subida a los infiernos. Cuando un poema logra realmente removernos es porque ha conseguido desestabilizar el suelo que pisamos, para hacernos ver las cosas desde una perspectiva distinta a como nos las habían pintado; que el arriba puede ser abajo y el delante, detrás. A eso aspiro al escribir; otra cosa es que lo consiga.
Si dijese que mi poesía es espontánea mentiría, porque lo cierto es que dedico bastante más tiempo a regarla para que crezca y a podarla cuando ha crecido, que a plantarla. Si dijera que provoco lo que escribo mentiría también, por cuanto que el poeta es sólo responsable de intentar traducir lo más fielmente posible algo que escucha en otro idioma, que viene de otro lugar. Así que me contentaré con decir que soy tan espontáneo como puede serlo un loco en una clase de matemáticas y tan previsor como un buzo que anda con pies de plomo para poder pasear por el fondo del mar.

2 - Así como los pintores de larga trayectoria se dice que pintan siempre el mismo cuadro ¿Crees que el poeta que escribe habitualmente está elaborando siempre el mismo poema? ¿Cuál es tu caso?
Hay varios temas recurrentes en cada poeta -no muchos, pero unos cuantos- lo que permite a los más afortunados escribir hasta diez poemas perdurables a lo largo de su vida, y a lo sumo uno o un par de ellos en el común de los casos, que somos la mayoría.
Lo cierto es que los poetas solemos volver - con el verso marchito- una y otra vez al lugar del crimen. Ello no quiere necesariamente decir que sea mejor aquel poeta que más temas logra abarcar: tal vez lo sea sin embargo aquél que logra –pienso en el poliédrico Pessoa o en el estoico Machado- que no nos demos cuenta de que siempre está escribiendo el mismo poema. Aunque pueda sonar algo morboso, he llegado a desarrollar una patología confesable: me gusta leer en las redes los poemas que se comparten tratando de no ver quién es su autor: eso me permite, de una parte, despojarme del enojoso dogma de fe que lleva a entronizar como dioses a meros idolillos de barro; de otra, reconocer esas voces familiares –aquellas a las que se refería Verlaine- que me conducen sin desvío a un mundo reconocible y exclusivo donde, por una u otra razón, siempre soy feliz.
Por lo que se refiere a mi desdichado caso, los pocos lectores que se han arriesgado a leer más de uno de mis libros son quienes mejor pueden saber si me repito demasiado. Como lector forzoso de mí mismo que soy –en esto del amor propio los poetas no andamos precisamente escasos- creo poder afirmar, sin temor a equivocarme demasiado que empiezo a repetirme cada vez mejor.

3 - ¿En qué modo crees que tu poesía sirve o puede servir como terapia para tus lectores o para ti mismo/a?
Lamentablemente, creo que de ningún modo. Si escribiera para curar a los demás, hace tiempo que me habrían dado el Nobel de Medicina; si escribiera para curarme a mí mismo, hace tiempo que debería haber notado cierta mejoría.
Sé de otros que ven un bálsamo en el arte: yo busco y encuentro perturbación, salir de mi zona de confort, obligar y obligarme a mirar al fondo oscuro de ese pozo que habita en la página en blanco. Escribo para que las piedras que arrojo caigan en otro lado y despierten a los dormidos; leo para que las piedras que otro ha arrojado logren caer hasta el lugar en donde escondo mis sueños.

4 - ¿En qué modo el/la poeta debe, o no, tender a elaborar una poesía de la totalidad?
Desconfío instintivamente de quienes buscan desde un principio crear un “corpus poético” para que al morir pueda verse su obra como un todo armónico y perfecto: creo que dedican demasiado tiempo a pensar en su funeral. La poesía ha de parecerse más a la vida que a la muerte. ¿O es que acaso se vive para ser recordado como un ser global y sin fisuras? No, mire usted, se vive como se puede, que no es poco, y cuando la vida le deja a uno trata de ayudar los demás, de hacer algo por este mundo tan extraño e increíble donde ha caído de repente; y en los intervalos de todo eso, se escribe poesía. La belleza es ese pequeño milagro cotidiano que nace pese a todo, contra todo. Me basta un poema magnífico para salvar a su autor del olvido; me sobran esas obras completas en las que no cabe un solo instante para el hallazgo, el deslumbramiento, la ternura o el asombro.
Por otra parte, ¿por qué razón podríamos querer que todos los artistas siguiesen una misma tendencia? Esto podría acabar siendo mortalmente aburrido… Dejemos que el poeta total totalice y el poeta parcial parcialice, ya veremos en su momento cuál es mejor. Si en algo vale la poesía es por su ilimitada capacidad de exploración, que logra hacernos arder sin que nos queme su lengua de fuego. Nunca sabremos por qué regresamos una y otra vez para sentir ese extraño calor; esa es la esencia del misterio, esa es la esencia del fuego.

5 - Musicalidad (con o sin rima), contenido, lenguaje poético: ¿de cuál de estos tres pilares podría deshacerse un poema e incluso así, seguir teniendo calidad?
La pregunta es de las que hacen pensar, lo que a estas alturas de curso se agradece.
Tras una breve reflexión -tampoco hay que abusar- pienso que renunciaría sobre todo al contenido, incluso creo que podría llegar a renunciar al lenguaje poético, para dejar en una callada música la esencia auténtica de la poesía: trataré de explicar por qué.
La materia del poema, lo que se nos cuenta en él, es casi lo de menos. Aunque la tendencia de nuestra mente es a querer entender y que se nos cuente algo, la poesía no va de entender, sino de dejarse invadir por el lenguaje, como una suerte de posesión en la que también como lectores jugamos un papel esencial. De la vida, del tiempo, del amor o de la muerte puede hablar una novela, una obra de teatro o un poema. No se trata de contenido, no.
Podríamos pensar entonces que es el lenguaje poético el que distingue la poesía de otras formas de escritura; pero en realidad no creo que exista algo como tal. Y es que el lenguaje en sí mismo es ya poesía; las palabras invocan, hablan por remisión a algo que no está aquí. Son metáforas secretas, no necesitan adornarse de un estilo o de una cualidad distinta a ellas mismas para poder desplegar todo su potencial, sólo hace falta un interrogador experto que las sepa sonsacar para que canten y revelen dónde se esconde el tesoro, cuál es en realidad su misión. Si el poeta logra que hablen de otra forma a su registro natural es porque las somete a un tercer grado y las hace decir cosas que no sabíamos que saben.
Sin embargo, la música interna sí es innata al poema, hasta el extremo de que sin esa melodía imperceptible -que nada tiene que ver con la rima- estaríamos ante algo muy parecido a la prosa. Quien ha llegado alguna vez a sentirse invadido por esa sensación inefable de la música sabe a qué me refiero: poeta y músico ofician de médiums a la par. No sabemos bien qué nos pasa, qué fibra nuestra han logrado tocar –alegría, exaltación, una infinita tristeza- que logra transportarnos por unos segundos a otro lugar de donde no querríamos ya nunca volver.

6 - ¿Hasta qué punto es deseable que un poema sea sencillo, desnudo, corto? ¿Es el paradigma del buen poema, conseguir delegar en el lector el mayor peso posible, a la hora de interpretarlo?
Si las reglas generales no suelen siempre funcionar, en poesía lo consiguen menos aún. Lo deseable no es que el poema sea de una u otra manera, sino que no nos deje indiferentes. Para ese fin puede servir tanto el poema corto como el largo, siempre que no nos aburra, eso es lo peor que le puede pasar a cualquier obra de arte. También hay haikus que aburren y aforismos que parecen sacados del calendario zaragozano: el tamaño no es lo que importa, aunque es verdad que en las distancias cortas es donde el poeta se la juega.
Mi forma de escribir natural es la de poemas cortos, pues me periten asomar lo mejor de mí mismo y ocultar lo peor, breves fogonazos que alumbran en la oscuridad e invitan al lector a completar lo que falta. Y es que no conozco ningún terreno más propicio a la re-creación que el poema. Como lector soy más flexible, porque hay autores que necesitan una distancia más larga para desarrollar todo su potencial y me gusta explorar todo aquello que me obliga a salir de mis propios registros.
Por lo que se refiere a la segunda pregunta, bastaría con decir que no creo en los paradigmas, pero sí que creo que los poemas planos o que recurren a lugares comunes acaban convirtiéndose en letras de canciones. A eso algunos lo llaman poesía: yo no.

7 - ¿Favorece a la poesía actual la gran variedad de temáticas y la ausencia de monolitos generacionales como los del 89 o 27?
No sé bien qué es la poesía actual: si las listas de libros de poesía más vendidos, la que escriben los poetas que logran la fama en vida o la que escriben los que rehuyen de la vanidad y siguen el camino menos transitado a que se refería Robert Frost, y que al final marca la diferencia. Las generaciones poéticas no dejan de ser conceptos inventados a toro pasado por los críticos: sinceramente no veo qué tenían en común Gerardo Diego y Lorca, o Alberti y Dámaso Alonso, aparte de ser coetáneos y llevarse bastante mal entre sí.
A la poesía actual sólo puede favorecerla que aparezcan poetas que tengan algo urgente que decir, y exploren nuevos caminos para decir ese algo que puede que ya esté dicho antes, pero no igual. Eso, y que siga habiendo lectores inconformistas que sigan apostando por la poesía de calidad: el mercado manda, pero la belleza tiene sus caminos secretos y siempre habrá quienes encuentren placer en recorrerlos en su busca. “A las estrellas por lo difícil”, que decían los latinos.

8 - ¿En qué proporción el/la poeta deben vivir, más que escribir, o viceversa, para alcanzar un nivel elevado de calidad y honestidad en su creación?
Desde Rilke a Szymborska siempre se ha aconsejado a los jóvenes poetas que vivan mucho antes de ponerse a escribir. Ahora bien, vivir no garantiza nada: conozco a grandes vividores que no han leído nunca un libro de poesía, mientras que Rimbaud escribió sus iluminaciones a los 20 años. No ocultaré que esto es la excepción: en general los poetas van mejorando su escritura hasta que empiezan a repetirse: nada que no les suceda al resto de los mortales y a los buenos manjares, si tomados en exceso.

9 - Cuando creas poemas, ¿en qué medida lo haces con afán pedagógico?
En ninguna medida.

10 - ¿Cuál crees que es la clave para hacer que un recital poético sea atrayente (Música durante la recitación o entre poemas, cantidad de poemas a leer, número de presentadores o lectores, temporalización, cualquier otro complemento)?
Los pocos recitales que en la vida he dado me han servido para confirmar que la poesía leída es un arte totalmente distinto al acto íntimo de la lectura. No todo poeta es buen recitador, aunque a veces nos creamos supermanes que podamos hacer de todo: sé bien que hay quienes recitarían mis poemas mucho mejor que yo.
Crear un clima de complicidad en el auditorio es la clave para que surja toda forma de magia, y la poesía no es una excepción, ya que participa de la ilusión de hacernos entrar en un mundo que no existía antes de leer el poema, y que desaparecerá al poco de salir de él.

11 – La famosa pregunta de escribir para uno mismo y/o para los demás.
La literatura, como todas las artes, es un ejercicio de comunicación. Nadie escribe para sí mismo con estilo literario, pues para ello se precisa saber que hay un otro en alguna parte y confiar ciegamente que esa botella que lanzamos la recogerá un día y la leerá.
Que dicho proceso creativo resulte además terapéutico sin duda es una razón potente para escribir, pero nunca suficiente como para justificar el ejercicio literario destinado a ser leído. La verdad es que nunca me he tomado en serio a los poetas que proclaman escribir para sí mismos: o es muy malo lo que escriben, o aún no han conseguido editorial.

12 – Si te apetece, hazte a ti mismo/a esta pregunta final y contéstala (por supuesto).
Pregunta- Querido Alfonso, ¿no crees que ya has publicado bastante?. ¿Por qué amenazas con publicar un cuarto libro en 2019?.

Respuesta- Tu pregunta, querido yo impertinente, delata una ignorancia cuando menos punible. Pues porque estoy embarazado, so idiota, ¿es que no lo ves? Porque necesito urgentemente parir, librarme de esta criatura incestuosa fruto de mis dos últimos años de relación con el mundo. Porque me pesa lo no dicho todavía como un barco que se hunde, como una bala en el ánima de un cañón cargado. Porque me pesas tú, el que pregunta, el que insiste en sacarme de mí mismo para que mire con los ojos del otro. Porque quiero llegar a donde mi cuerpo no llega, porque me gustaría seguir mirando al mundo desde las palabras cuando ya no sea. Cuando ni tú ni yo, Alfonso, estemos aquí.

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