Podéis encontrar más información de Alfonso Brezmes en estas direcciones:
1
- ¿Cómo definirías tu poesía? ¿En qué proporción su temática
y estilo surgen espontáneamente o son provocados?
Como
una bajada a los cielos o una subida a los infiernos. Cuando un poema
logra realmente removernos es porque ha conseguido desestabilizar el
suelo que pisamos, para hacernos ver las cosas desde una perspectiva
distinta a como nos las habían pintado; que el arriba puede ser
abajo y el delante, detrás. A eso aspiro al escribir; otra cosa es
que lo consiga.
Si
dijese que mi poesía es espontánea mentiría, porque lo cierto es
que dedico bastante más tiempo a regarla para que crezca y a podarla
cuando ha crecido, que a plantarla. Si dijera que provoco lo que
escribo mentiría también, por cuanto que el poeta es sólo
responsable de intentar traducir lo más fielmente posible algo que
escucha en otro idioma, que viene de otro lugar. Así que me
contentaré con decir que soy tan espontáneo como puede serlo un
loco en una clase de matemáticas y tan previsor como un buzo que
anda con pies de plomo para poder pasear por el fondo del mar.
2
- Así como los pintores de larga trayectoria se dice que pintan
siempre el mismo cuadro ¿Crees que el poeta que escribe
habitualmente está elaborando siempre el mismo poema? ¿Cuál es tu
caso?
Hay
varios temas recurrentes en cada poeta -no muchos, pero unos cuantos-
lo que permite a los más afortunados escribir hasta diez poemas
perdurables a lo largo de su vida, y a lo sumo uno o un par de ellos
en el común de los casos, que somos la mayoría.
Lo
cierto es que los poetas solemos volver - con el verso marchito- una
y otra vez al lugar del crimen. Ello no quiere necesariamente decir
que sea mejor aquel poeta que más temas logra abarcar: tal vez lo
sea sin embargo aquél que logra –pienso en el poliédrico Pessoa o
en el estoico Machado- que no nos demos cuenta de que siempre está
escribiendo el mismo poema. Aunque pueda sonar algo morboso, he
llegado a desarrollar una patología confesable: me gusta leer en las
redes los poemas que se comparten tratando de no ver quién es su
autor: eso me permite, de una parte, despojarme del enojoso dogma de
fe que lleva a entronizar como dioses a meros idolillos de barro; de
otra, reconocer esas voces familiares –aquellas a las que se
refería Verlaine- que me conducen sin desvío a un mundo reconocible
y exclusivo donde, por una u otra razón, siempre soy feliz.
Por
lo que se refiere a mi desdichado caso, los pocos lectores que se han
arriesgado a leer más de uno de mis libros son quienes mejor pueden
saber si me repito demasiado. Como lector forzoso de mí mismo que
soy –en esto del amor propio los poetas no andamos precisamente
escasos- creo poder afirmar, sin temor a equivocarme demasiado que
empiezo a repetirme cada vez mejor.
3
- ¿En qué modo crees que tu poesía sirve o puede servir como
terapia para tus lectores o para ti mismo/a?
Lamentablemente,
creo que de ningún modo. Si escribiera para curar a los demás, hace
tiempo que me habrían dado el Nobel de Medicina; si escribiera para
curarme a mí mismo, hace tiempo que debería haber notado cierta
mejoría.
Sé
de otros que ven un bálsamo en el arte: yo busco y encuentro
perturbación, salir de mi zona de confort, obligar y obligarme a
mirar al fondo oscuro de ese pozo que habita en la página en blanco.
Escribo para que las piedras que arrojo caigan en otro lado y
despierten a los dormidos; leo para que las piedras que otro ha
arrojado logren caer hasta el lugar en donde escondo mis sueños.
4
- ¿En qué modo el/la poeta debe, o no, tender a elaborar una poesía
de la totalidad?
Desconfío
instintivamente de quienes buscan desde un principio crear un “corpus
poético” para que al morir pueda verse su obra como un todo
armónico y perfecto: creo que dedican demasiado tiempo a pensar en
su funeral. La poesía ha de parecerse más a la vida que a la
muerte. ¿O es que acaso se vive para ser recordado como un ser
global y sin fisuras? No, mire usted, se vive como se puede, que no
es poco, y cuando la vida le deja a uno trata de ayudar los demás,
de hacer algo por este mundo tan extraño e increíble donde ha caído
de repente; y en los intervalos de todo eso, se escribe poesía. La
belleza es ese pequeño milagro cotidiano que nace pese a todo,
contra todo. Me basta un poema magnífico para salvar a su autor del
olvido; me sobran esas obras completas en las que no cabe un solo
instante para el hallazgo, el deslumbramiento, la ternura o el
asombro.
Por
otra parte, ¿por qué razón podríamos querer que todos los
artistas siguiesen una misma tendencia? Esto podría acabar siendo
mortalmente aburrido… Dejemos que el poeta total totalice y el
poeta parcial parcialice, ya veremos en su momento cuál es mejor. Si
en algo vale la poesía es por su ilimitada capacidad de exploración,
que logra hacernos arder sin que nos queme su lengua de fuego. Nunca
sabremos por qué regresamos una y otra vez para sentir ese extraño
calor; esa es la esencia del misterio, esa es la esencia del fuego.
5
- Musicalidad (con o sin rima), contenido, lenguaje poético: ¿de
cuál de estos tres pilares podría deshacerse un poema e incluso
así, seguir teniendo calidad?
La
pregunta es de las que hacen pensar, lo que a estas alturas de curso
se agradece.
Tras
una breve reflexión -tampoco hay que abusar- pienso que renunciaría
sobre todo al contenido, incluso creo que podría llegar a renunciar
al lenguaje poético, para dejar en una callada música la esencia
auténtica de la poesía: trataré de explicar por qué.
La
materia del poema, lo que se nos cuenta en él, es casi lo de menos.
Aunque la tendencia de nuestra mente es a querer entender y que se
nos cuente algo, la poesía no va de entender, sino de dejarse
invadir por el lenguaje, como una suerte de posesión en la que
también como lectores jugamos un papel esencial. De la vida, del
tiempo, del amor o de la muerte puede hablar una novela, una obra de
teatro o un poema. No se trata de contenido, no.
Podríamos
pensar entonces que es el lenguaje poético el que distingue la
poesía de otras formas de escritura; pero en realidad no creo que
exista algo como tal. Y es que el lenguaje en sí mismo es ya poesía;
las palabras invocan, hablan por remisión a algo que no está aquí.
Son metáforas secretas, no necesitan adornarse de un estilo o de una
cualidad distinta a ellas mismas para poder desplegar todo su
potencial, sólo hace falta un interrogador experto que las sepa
sonsacar para que canten y revelen dónde se esconde el tesoro, cuál
es en realidad su misión. Si el poeta logra que hablen de otra forma
a su registro natural es porque las somete a un tercer grado y las
hace decir cosas que no sabíamos que saben.
Sin
embargo, la música interna sí es innata al poema, hasta el extremo
de que sin esa melodía imperceptible -que nada tiene que ver con la
rima- estaríamos ante algo muy parecido a la prosa. Quien ha llegado
alguna vez a sentirse invadido por esa sensación inefable de la
música sabe a qué me refiero: poeta y músico ofician de médiums a
la par. No sabemos bien qué nos pasa, qué fibra nuestra han logrado
tocar –alegría, exaltación, una infinita tristeza- que logra
transportarnos por unos segundos a otro lugar de donde no querríamos
ya nunca volver.
6
- ¿Hasta qué punto es deseable que un poema sea sencillo, desnudo,
corto? ¿Es el paradigma del buen poema, conseguir delegar en el
lector el mayor peso posible, a la hora de interpretarlo?
Si
las reglas generales no suelen siempre funcionar, en poesía lo
consiguen menos aún. Lo deseable no es que el poema sea de una u
otra manera, sino que no nos deje indiferentes. Para ese fin puede
servir tanto el poema corto como el largo, siempre que no nos aburra,
eso es lo peor que le puede pasar a cualquier obra de arte. También
hay haikus que aburren y aforismos que parecen sacados del calendario
zaragozano: el tamaño no es lo que importa, aunque es verdad que en
las distancias cortas es donde el poeta se la juega.
Mi
forma de escribir natural es la de poemas cortos, pues me periten
asomar lo mejor de mí mismo y ocultar lo peor, breves fogonazos que
alumbran en la oscuridad e invitan al lector a completar lo que
falta. Y es que no conozco ningún terreno más propicio a la
re-creación que el poema. Como lector soy más flexible, porque hay
autores que necesitan una distancia más larga para desarrollar todo
su potencial y me gusta explorar todo aquello que me obliga a salir
de mis propios registros.
Por
lo que se refiere a la segunda pregunta, bastaría con decir que no
creo en los paradigmas, pero sí que creo que los poemas planos o que
recurren a lugares comunes acaban convirtiéndose en letras de
canciones. A eso algunos lo llaman poesía: yo no.
7
- ¿Favorece a la poesía actual la gran variedad de temáticas y la
ausencia de monolitos generacionales como los del 89 o 27?
No
sé bien qué es la poesía actual: si las listas de libros de poesía
más vendidos, la que escriben los poetas que logran la fama en vida
o la que escriben los que rehuyen de la vanidad y siguen el camino
menos transitado a que se refería Robert Frost, y que al final
marca la diferencia. Las generaciones poéticas no dejan de ser
conceptos inventados a toro pasado por los críticos: sinceramente no
veo qué tenían en común Gerardo Diego y Lorca, o Alberti y Dámaso
Alonso, aparte de ser coetáneos y llevarse bastante mal entre sí.
A
la poesía actual sólo puede favorecerla que aparezcan poetas que
tengan algo urgente que decir, y exploren nuevos caminos para decir
ese algo que puede que ya esté dicho antes, pero no igual. Eso, y
que siga habiendo lectores inconformistas que sigan apostando por la
poesía de calidad: el mercado manda, pero la belleza tiene sus
caminos secretos y siempre habrá quienes encuentren placer en
recorrerlos en su busca. “A las estrellas por lo difícil”, que
decían los latinos.
8
- ¿En qué proporción el/la poeta deben vivir, más que escribir, o
viceversa, para alcanzar un nivel elevado de calidad y honestidad en
su creación?
Desde
Rilke a Szymborska siempre se ha aconsejado a los jóvenes poetas que
vivan mucho antes de ponerse a escribir. Ahora bien, vivir no
garantiza nada: conozco a grandes vividores que no han leído nunca
un libro de poesía, mientras que Rimbaud escribió sus
iluminaciones a los 20 años. No ocultaré que esto es la excepción:
en general los poetas van mejorando su escritura hasta que empiezan a
repetirse: nada que no les suceda al resto de los mortales y a los
buenos manjares, si tomados en exceso.
9
- Cuando creas poemas, ¿en qué medida lo haces con afán
pedagógico?
En
ninguna medida.
10
- ¿Cuál crees que es la clave para hacer que un recital poético
sea atrayente (Música durante la recitación o entre poemas,
cantidad de poemas a leer, número de presentadores o lectores,
temporalización, cualquier otro complemento)?
Los
pocos recitales que en la vida he dado me han servido para confirmar
que la poesía leída es un arte totalmente distinto al acto íntimo
de la lectura. No todo poeta es buen recitador, aunque a veces nos
creamos supermanes que podamos hacer de todo: sé bien que hay
quienes recitarían mis poemas mucho mejor que yo.
Crear
un clima de complicidad en el auditorio es la clave para que surja
toda forma de magia, y la poesía no es una excepción, ya que
participa de la ilusión de hacernos entrar en un mundo que no
existía antes de leer el poema, y que desaparecerá al poco de salir
de él.
11
– La famosa pregunta de escribir para uno mismo y/o para los demás.
La
literatura, como todas las artes, es un ejercicio de comunicación.
Nadie escribe para sí mismo con estilo literario, pues para ello se
precisa saber que hay un otro en alguna parte y confiar ciegamente
que esa botella que lanzamos la recogerá un día y la leerá.
Que
dicho proceso creativo resulte además terapéutico sin duda es una
razón potente para escribir, pero nunca suficiente como para
justificar el ejercicio literario destinado a ser leído. La verdad
es que nunca me he tomado en serio a los poetas que proclaman
escribir para sí mismos: o es muy malo lo que escriben, o aún no
han conseguido editorial.
12
– Si te apetece, hazte a ti mismo/a esta pregunta final y
contéstala (por supuesto).
Pregunta-
Querido Alfonso, ¿no crees que ya has publicado bastante?. ¿Por qué
amenazas con publicar un cuarto libro en 2019?.
Respuesta-
Tu pregunta, querido yo impertinente, delata una ignorancia cuando
menos punible. Pues porque estoy embarazado, so idiota, ¿es que no
lo ves? Porque necesito urgentemente parir, librarme de esta criatura
incestuosa fruto de mis dos últimos años de relación con el mundo.
Porque me pesa lo no dicho todavía como un barco que se hunde, como
una bala en el ánima de un cañón cargado. Porque me pesas tú, el
que pregunta, el que insiste en sacarme de mí mismo para que mire
con los ojos del otro. Porque quiero llegar a donde mi cuerpo no
llega, porque me gustaría seguir mirando al mundo desde las
palabras cuando ya no sea. Cuando ni tú ni yo, Alfonso, estemos
aquí.
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