jueves, 19 de abril de 2018

Lo que opina Norberto García Hernanz

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De Manual para vacíos      Presentando Día de la Poesía en Segovia    Sobre "Indefensa certidumbre"



1 - ¿Cómo definirías tu poesía? ¿En qué proporción su temática y estilo surgen espontáneamente o son provocados?
       Me llama la atención estar en el mismo barco que el resto de los humanos, quiero decir: experimentar junto a todos, este proceso vital al que asisto en primera persona por un breve tiempo y que ese sea el mismo proceso por el que pasan ellos, que ellos también vean, desde su relatividad, al resto del mundo como “los otros” pacientes en el proceso de vivir.
Mi poesía está casi en su totalidad, dedicada a compartir ese asombro y a explicar la empatía que siento por la indefensión humana ante ciertos hechos consumados e irreversibles. También es una poesía de la intimidad y del proceso especial por el cual vivimos el presente a través de su relación con el futuro y el pasado. Creo que mi tendencia poética es irónica con frecuencia, con la finalidad de aportar algo de desenfado a la sobriedad que tiene en muchas ocasiones la poesía. Ese desenfado es, en mi opinión, la mejor forma de expresar con un poema los pensamientos más profundos.
La temática suele surgir libremente, pero la suelo provocar yendo a los lugares habituales donde sé que probablemente aparecerá la inspiración. Esa es mi forma de convocar a las musas. Cuando surge fuera de los lugares habituales, hay que bajarse de la bicicleta y grabar la frase que ha surgido en la mente, o parar en la calle y sacar el cuaderno de notas.


2 - Así como los pintores de larga trayectoria se dice que pintan siempre el mismo cuadro ¿Crees que el poeta que escribe habitualmente está elaborando siempre el mismo poema? ¿Cuál es tu caso?
      Alcanzar un estilo propio no supone trabajar siempre la misma temática sino, tal vez, emplear con frecuencia, un mismo modo de decir las cosas.
Si en alguna ocasión me han dicho “Cuando leí este poema, enseguida pensé que era tuyo”, yo lo he tomado como un halago en principio, aunque ya sabemos que eso, según casos, supone reconocer el estilo tanto de un poeta brillante como el fracaso de uno plasta o ilegible o abundante o mezquino o hipócrita. Pero esa relativa uniformidad o impronta en el escribir, supondría, por lo menos para los poetas menores entre los que me incluyo (y me incluyen); un punto de partida, complementado luego con la calidad literaria que día a día hay que ir adquiriendo. Entiendo que el poeta, como el creador en general, debe asumir el riesgo de plantearse un compromiso intelectual que le conduzca por una línea de características determinadas. Y digo riesgo, porque no en pocas ocasiones, después de una dilatada vida creativa, ese estilo adquirido puede ser un fracaso y ese fracaso abarca todo lo creado sin exclusiones debido a su uniformidad. Sin embargo, si la línea elegida para la creación es la acertada, todo el conjunto de la obra realizada adquiere un sentido y trascendencia que caracteriza positivamente y para siempre al autor.


3 - ¿En qué modo crees que tu poesía sirve o puede servir como terapia para tus lectores o para ti mismo/a?
       Mi segundo libro “Manual para vacíos” era, (o se convirtió en el trayecto de su construcción), un poemario con fines terapéuticos. Digamos que en mi poesía, trato de transmitir al lector, además del desenfado del que hablé (no la burla ni el sarcasmo que repudio en general como actitud poética) el sentimiento de que siendo la vida tremendamente complicada y dramática, todos debemos esforzarnos en positivizar y relativizar al máximo. Creo en el poema, como algo que debe ser sustancial pero a la vez entretenido e informalmente trascendente. Aunque no lo consiga, mi deseo es que su lectura sea del alguna forma desinhibidora y liberadora. Esa es la terapia que pretendo para el lector, aparte de la que a mí me aplico, pero de la que no hablaré, porque entiendo que todos los poetas la ejercitan y comprenden.


4 - ¿En qué modo el/la poeta debe, o no, tender a elaborar una poesía de la totalidad?
       No creo que haya que provocar esa tendencia, pero es en los poemas que resumen un todo, donde me veo más realizado e identificado con lo que debo transmitir como poeta. Me refiero a aquellos poemas que resumen un proceso personal, que cuando he tenido la capacidad de construirlos han sido capaces de vaciarme y a la vez transportar todo mi contenido al papel. Es difícil de explicar, pero algo así es lo que siento.
El poema “A media edad”, con el que conseguí mi primer premio, (y casi único, eso sí) es un reflejo de lo que aquí quiero expresar.


5 - Musicalidad (con o sin rima), contenido, lenguaje poético: ¿de cuál de estos tres pilares podría deshacerse un poema e incluso así, seguir teniendo calidad?
       Creo que la contestación más plausible es, curiosamente: “el contenido”. Y voy a explicarme cuidadosamente, ya que, en mi caso particular, no concibo mi creación poética sin un contenido. Sin embargo, considero que el lenguaje poético (metáforas, anáforas, sinecdoques y figuras retóricas en general) así como la musicalidad (dada por medio de la rima o sin ella) son el bloque fundamental e ineludible de la creación poética.
El contenido sin embargo, puede ser prescindible cuando se trata de elaborar una poesía abstracta o surrealista, evocadora de coloraciones de sensaciones... Está demostrado que hay muchos poemarios construidos bajo esos supuestos, en los que la belleza plástica de la palabra aunque en el fondo no diga nada, trata de sustituir sesudos contenidos, que en determinados lectores suscitan evocaciones sensoriales más válidas que las que recibe a través de una poesía realista o, aplicando el símil pictórico, figurativa.
Todo esto lo digo insistiendo en que a mí, quizá por tener una formación científica y más racionalista, no me resulta útil ni su lectura ni su elaboración.


6 - ¿Hasta qué punto es deseable que un poema sea sencillo, desnudo, corto? ¿Es el paradigma del buen poema, conseguir delegar en el lector el mayor peso posible, a la hora de interpretarlo?
     Siempre me sedujeron los poemas cortos y crípticos que parecen atesorar una sabiduría y una connivencia subliminal del escritor con el lector. Así me ha ocurrido en ocasiones, con José Ángel Valente, con Luis Alberto de Cuenca, con Clara Janés entre otros.
Por mi forma de ser, bastante inmediata y de “ir al grano”, también es el estilo por el que me decanto generalmente como lector. Sin embargo, tengo la paciencia de leer un poema largo cuando siento que me atañe y está en consonancia con los “asuntos” humanos y espirituales con los que me siento identificado.
Me ocurre con Ernesto Cardenal y su “Canto Cósmico”, con Walt Whitman en “El canto a mí mismo” de “Hojas de hierba”, o con “Matar a Platón” de Chantall Maillard. También me parece necesario el poema largo para aquellos “estallidos poéticos” que se han producido en determinados momentos cruciales de los creadores, como considero el caso de “Sepulcro en Tarquínia” de Antonio Colinas.
En cuanto al peso que hay que delegar a la interpretación y asimilación del poema por parte del lector, creo que existe, en general, una exagerada pretensión del poeta de que sus “genialidades” sean interpretadas con los escasos “datos” que en ocasiones pone en manos del lector.
No es bueno afrontar un recital en el que el o la poeta, nos mire con cara de decir: “voy a leer el poema y cada cual que interprete lo que quiera y si no entiende lo que quiero transmitir, deberá considerar que no está capacitado para llegar al nivel mínimo exigible para ser lector de mi poesía”.
No es bueno que el lector de poesía o el escuchante de recitales, salga de ellos frecuentemente con cara de “bobo”, así como desbordado y cabizbajo por haber asistido a un acto “glamuroso” para iniciados, por el que se vea sobrepasado.
De manera que el poeta debe tener la habilidad de “llegar” hasta donde el lector pueda “continuar” y creo que si debo elegir entre ir un poco más allá de mi pálpito creativo, para coger simbólicamente la mano del lector haciéndole partícipe de mi sentimiento o quedarme en mi soliloquio introspectivo y “allá te apañes como puedas”, me decantaré siempre por la primera opción.


7 - ¿Favorece a la poesía actual la gran variedad de temáticas y la ausencia de monolitos generacionales como los del 89 o 27?
   Creo que considerablemente. Siempre me han dado pena aquellos poetas que, por un poco, no entraron en las antologías, me da lo mismo la de Gerardo Diego, que la de J. Mª. Castellet con sus “Nueve novísimos” o las de Luis Antonio de Villena. Si a eso le sumamos la multiculturalidad que da este tiempo, gracias a los medios de comunicación y la gran criba selectiva motivada por que esa poesía y esa cultura está en manos de todos, de puristas, de heterodoxos, de jóvenes y adultos, de enamorados y desencantados, de optimistas y pesimistas, de combativos y depresivos, etc...la labor de encasillar estilos y tendencias, debe esperar mucho más tiempo que en otras épocas para tener suficiente perspectiva que permita encontrar espacio en los libros de texto futuros.
Resumiendo: veo preferible hablar de tendencias que de generaciones y esas tendencias, muestran un abanico tan amplio que clasificarlas, se convierte en una tarea casi imposible, aunque se pueda intentar con mejor o peor suerte.


8 - ¿En qué proporción el/la poeta deben vivir, más que escribir, o viceversa, para alcanzar un nivel elevado de calidad y honestidad en su creación?
     Vivir la vida desde dentro de los libros, siempre me pareció una opción escapista y ajena a lo que hay aquí afuera y considero que es la experiencia, el exterior vital, el que debe luego llamarte a la reflexión y a la lectura y a la poesía en este caso.
Por tanto me quedo con el vivir más que escribir, como vía para llegar a elaborar poemas que tengan más que ver con la realidad del lector y en definitiva con la propia.


9 - Cuando creas poemas, ¿en qué medida lo haces con afán pedagógico?
       He sido profesor durante 37 años y eso me marca el día a día.
Creo que en poesía el concepto pedagógico está mal visto por estar mal entendido.
La poesía pedagógica, como yo la entiendo, en ningún caso es un adoctrinamiento por el cual el poeta quiera imbuir en sus lectores conceptos, tendencias y formas de ver la vida. Ese es el error de la pedagogía mala.
Mi pretensión pedagógica como persona introvertida que reflexiona constantemente sobre los fenómenos naturales y trascendentales, es hacer partícipe a los demás, de los métodos que a mí me han servido para llegar a esos grados de introspección y a esos modos, pienso que altruistas, asépticos y ecuánimes de ver la vida.
Creo que transmitir a los demás las cosas que a nosotros nos han producido satisfacción, o nos han facilitado vías de pensamiento aclaratorias, es el modo más bonito de decirle al lector que sí nos importa como persona.


10 - ¿Cuál crees que es la clave para hacer que un recital poético sea atrayente (Música durante la recitación o entre poemas, cantidad de poemas a leer, número de presentadores o lectores, temporalización, cualquier otro complemento)?
     Después de diferentes experiencias propias y ajenas, resumiría el éxito de un recital en:
1.- Nada de música o, si acaso, una ambiental en grado mínimo de sonido. ¡Que la musicalidad la facilite el sentimiento provocado, si es que se consigue provocar!
2.- Cercanía con los asistentes al recital, abandonando si es preciso el lugar que ocupamos detrás de la botella de agua, y dando a entender que nada separa a los que recitamos y a los que escuchan lo que recitamos, porque estamos diciendo lo que ellos en el fondo quieren decirse a sí mismos pero no saben en realidad especificar.
Y todo esto, por supuesto sin agobiarles, sin dar esa sensación tan frecuente de que el poeta está por encima del bien y del mal o que nada le interesa pero al fin y al cabo se ha decidido a pasar por aquí, o que no hay ya ningún remedio para nada y todo en la vida es una decepción, etc...
En general, eliminar de las parafernalias presentadoras manifestaciones epatantes y aparentemente graciosas y sustituirlas por el cuerpo a cuerpo intelectual.
3.- Implicar verbalmente al público, tenerle activo, ofrecerle leer algo, no dejarle exclusivamente para las preguntas finales, que en ocasiones pueden “pillarles” dormidos.


11 – La famosa pregunta de escribir para uno mismo y/o para los demás.
      Escribo para el yo que escribe en mí, para el otro yo que espera hacerme después la primera crítica, para el futuro yo que se sorprende de lo escrito ayer por mí y así sin solución de continuidad para los yoes futuros y para todos los túes que estáis ahí como prolongación de mi solitaria mismidad.


12 – Si te apetece, hazte tú mismo/a esta pregunta final y contéstala (por supuesto).


¿Por qué me incluyo yo entre mis poetas?


      Lo hago porque si sale a la luz un cuarto poemario en un plazo no muy lejano, tendré ya, junto a otros méritos como presentador, editor y organizador de eventos poéticos, una cierta trayectoria, que me permitiría invitarme a mí mismo, incluso sin conocerme personalmente, a ser partícipe de esta encuesta.
Y perdón si hay algún halago implícito o explícito en lo argüido aquí, pero es que si no, no me animo a invitarme.

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