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De Manual para vacíos Presentando Día de la Poesía en Segovia Sobre "Indefensa certidumbre"
1
- ¿Cómo definirías tu poesía? ¿En qué proporción su temática
y estilo surgen espontáneamente o son provocados?
Me
llama la atención estar en el mismo barco que el resto de los
humanos, quiero decir: experimentar junto a todos, este proceso vital
al que asisto en primera persona por un breve tiempo y que ese sea el
mismo proceso por el que pasan ellos, que ellos también vean, desde
su relatividad, al resto del mundo como “los otros” pacientes en
el proceso de vivir.
Mi
poesía está casi en su totalidad, dedicada a compartir ese asombro
y a explicar la empatía que siento por la indefensión humana ante
ciertos hechos consumados e irreversibles. También es una poesía de
la intimidad y del proceso especial por el cual vivimos el presente a
través de su relación con el futuro y el pasado. Creo que mi
tendencia poética es irónica con frecuencia, con la finalidad de
aportar algo de desenfado a la sobriedad que tiene en muchas
ocasiones la poesía. Ese desenfado es, en mi opinión, la mejor
forma de expresar con un poema los pensamientos más profundos.
La
temática suele surgir libremente, pero la suelo provocar yendo a los
lugares habituales donde sé que probablemente aparecerá la
inspiración. Esa es mi forma de convocar a las musas. Cuando surge
fuera de los lugares habituales, hay que bajarse de la bicicleta y
grabar la frase que ha surgido en la mente, o parar en la calle y
sacar el cuaderno de notas.
2
- Así como los pintores de larga trayectoria se dice que pintan
siempre el mismo cuadro ¿Crees que el poeta que escribe
habitualmente está elaborando siempre el mismo poema? ¿Cuál es tu
caso?
Alcanzar
un estilo propio no supone trabajar siempre la misma temática sino,
tal vez, emplear con frecuencia, un mismo modo de decir las cosas.
Si
en alguna ocasión me han dicho “Cuando leí este poema, enseguida
pensé que era tuyo”, yo lo he tomado como un halago en principio,
aunque ya sabemos que eso, según casos, supone reconocer el estilo
tanto de un poeta brillante como el fracaso de uno plasta o ilegible
o abundante o mezquino o hipócrita. Pero esa relativa uniformidad o
impronta en el escribir, supondría, por lo menos para los poetas
menores entre los que me incluyo (y me incluyen); un punto de
partida, complementado luego con la calidad literaria que día a día
hay que ir adquiriendo. Entiendo que el poeta, como el creador en
general, debe asumir el riesgo de plantearse un compromiso
intelectual que le conduzca por una línea de características
determinadas. Y digo riesgo, porque no en pocas ocasiones, después
de una dilatada vida creativa, ese estilo adquirido puede ser un
fracaso y ese fracaso abarca todo lo creado sin exclusiones debido a
su uniformidad. Sin embargo, si la línea elegida para la creación
es la acertada, todo el conjunto de la obra realizada adquiere un
sentido y trascendencia que caracteriza positivamente y para siempre
al autor.
3
- ¿En qué modo crees que tu poesía sirve o puede servir como
terapia para tus lectores o para ti mismo/a?
Mi segundo libro “Manual para vacíos” era, (o se convirtió en el
trayecto de su construcción), un poemario con fines terapéuticos.
Digamos que en mi poesía, trato de transmitir al lector, además del
desenfado del que hablé (no la burla ni el sarcasmo que repudio en
general como actitud poética) el sentimiento de que siendo la vida
tremendamente complicada y dramática, todos debemos esforzarnos en
positivizar y relativizar al máximo. Creo en el poema, como algo que
debe ser sustancial pero a la vez entretenido e informalmente
trascendente. Aunque no lo consiga, mi deseo es que su lectura sea
del alguna forma desinhibidora y liberadora. Esa es la terapia que
pretendo para el lector, aparte de la que a mí me aplico, pero de la
que no hablaré, porque entiendo que todos los poetas la ejercitan y
comprenden.
4
- ¿En qué modo el/la poeta debe, o no, tender a elaborar una poesía
de la totalidad?
No
creo que haya que provocar esa tendencia, pero es en los poemas que
resumen un todo, donde me veo más realizado e identificado con lo
que debo transmitir como poeta. Me refiero a aquellos poemas que
resumen un proceso personal, que cuando he tenido la capacidad de
construirlos han sido capaces de vaciarme y a la vez transportar todo
mi contenido al papel. Es difícil de explicar, pero algo así es lo
que siento.
El
poema “A media edad”, con el que conseguí mi primer premio, (y
casi único, eso sí) es un reflejo de lo que aquí quiero expresar.
5
- Musicalidad (con o sin rima), contenido, lenguaje poético: ¿de
cuál de estos tres pilares podría deshacerse un poema e incluso
así, seguir teniendo calidad?
Creo
que la contestación más plausible es, curiosamente: “el
contenido”. Y voy a explicarme cuidadosamente, ya que, en mi caso
particular, no concibo mi creación poética sin un contenido. Sin
embargo, considero que el lenguaje poético (metáforas, anáforas,
sinecdoques y figuras retóricas en general) así como la musicalidad
(dada por medio de la rima o sin ella) son el bloque fundamental e
ineludible de la creación poética.
El
contenido sin embargo, puede ser prescindible cuando se trata de
elaborar una poesía abstracta o surrealista, evocadora de
coloraciones de sensaciones... Está demostrado que hay muchos
poemarios construidos bajo esos supuestos, en los que la belleza
plástica de la palabra aunque en el fondo no diga nada, trata de
sustituir sesudos contenidos, que en determinados lectores suscitan
evocaciones sensoriales más válidas que las que recibe a través de
una poesía realista o, aplicando el símil pictórico, figurativa.
Todo
esto lo digo insistiendo en que a mí, quizá por tener una formación
científica y más racionalista, no me resulta útil ni su lectura ni
su elaboración.
6
- ¿Hasta qué punto es deseable que un poema sea sencillo, desnudo,
corto? ¿Es el paradigma del buen poema, conseguir delegar en el
lector el mayor peso posible, a la hora de interpretarlo?
Siempre
me sedujeron los poemas cortos y crípticos que parecen atesorar una
sabiduría y una connivencia subliminal del escritor con el lector.
Así me ha ocurrido en ocasiones, con José Ángel Valente, con Luis
Alberto de Cuenca, con Clara Janés entre otros.
Por
mi forma de ser, bastante inmediata y de “ir al grano”, también
es el estilo por el que me decanto generalmente como lector. Sin
embargo, tengo la paciencia de leer un poema largo cuando siento que
me atañe y está en consonancia con los “asuntos” humanos y
espirituales con los que me siento identificado.
Me
ocurre con Ernesto Cardenal y su “Canto Cósmico”, con Walt
Whitman en “El canto a mí mismo” de “Hojas de hierba”, o con
“Matar a Platón” de Chantall Maillard. También me parece
necesario el poema largo para aquellos “estallidos poéticos” que
se han producido en determinados momentos cruciales de los creadores,
como considero el caso de “Sepulcro en Tarquínia” de Antonio
Colinas.
En
cuanto al peso que hay que delegar a la interpretación y asimilación
del poema por parte del lector, creo que existe, en general, una
exagerada pretensión del poeta de que sus “genialidades” sean
interpretadas con los escasos “datos” que en ocasiones pone en
manos del lector.
No
es bueno afrontar un recital en el que el o la poeta, nos mire con
cara de decir: “voy a leer el poema y cada cual que interprete lo
que quiera y si no entiende lo que quiero transmitir, deberá
considerar que no está capacitado para llegar al nivel mínimo
exigible para ser lector de mi poesía”.
No
es bueno que el lector de poesía o el escuchante de recitales, salga
de ellos frecuentemente con cara de “bobo”, así como desbordado
y cabizbajo por haber asistido a un acto “glamuroso” para
iniciados, por el que se vea sobrepasado.
De
manera que el poeta debe tener la habilidad de “llegar” hasta
donde el lector pueda “continuar” y creo que si debo elegir entre
ir un poco más allá de mi pálpito creativo, para coger
simbólicamente la mano del lector haciéndole partícipe de mi
sentimiento o quedarme en mi soliloquio introspectivo y “allá te
apañes como puedas”, me decantaré siempre por la primera opción.
7
- ¿Favorece a la poesía actual la gran variedad de temáticas y la
ausencia de monolitos generacionales como los del 89 o 27?
Creo
que considerablemente. Siempre me han dado pena aquellos poetas que,
por un poco, no entraron en las antologías, me da lo mismo la de
Gerardo Diego, que la de J. Mª. Castellet con sus “Nueve
novísimos” o las de Luis Antonio de Villena. Si a eso le sumamos
la multiculturalidad que da este tiempo, gracias a los medios de
comunicación y la gran criba selectiva motivada por que esa poesía
y esa cultura está en manos de todos, de puristas, de heterodoxos,
de jóvenes y adultos, de enamorados y desencantados, de optimistas y
pesimistas, de combativos y depresivos, etc...la labor de encasillar
estilos y tendencias, debe esperar mucho más tiempo que en otras
épocas para tener suficiente perspectiva que permita encontrar
espacio en los libros de texto futuros.
Resumiendo:
veo preferible hablar de tendencias que de generaciones y esas
tendencias, muestran un abanico tan amplio que clasificarlas, se
convierte en una tarea casi imposible, aunque se pueda intentar con
mejor o peor suerte.
8
- ¿En qué proporción el/la poeta deben vivir, más que escribir, o
viceversa, para alcanzar un nivel elevado de calidad y honestidad en
su creación?
Vivir
la vida desde dentro de los libros, siempre me pareció una opción
escapista y ajena a lo que hay aquí afuera y considero que es la
experiencia, el exterior vital, el que debe luego llamarte a la
reflexión y a la lectura y a la poesía en este caso.
Por
tanto me quedo con el vivir más que escribir, como vía para llegar
a elaborar poemas que tengan más que ver con la realidad del lector
y en definitiva con la propia.
9
- Cuando creas poemas, ¿en qué medida lo haces con afán
pedagógico?
He
sido profesor durante 37 años y eso me marca el día a día.
Creo
que en poesía el concepto pedagógico está mal visto por estar mal
entendido.
La
poesía pedagógica, como yo la entiendo, en ningún caso es un
adoctrinamiento por el cual el poeta quiera imbuir en sus lectores
conceptos, tendencias y formas de ver la vida. Ese es el error de la
pedagogía mala.
Mi
pretensión pedagógica como persona introvertida que reflexiona
constantemente sobre los fenómenos naturales y trascendentales, es
hacer partícipe a los demás, de los métodos que a mí me han
servido para llegar a esos grados de introspección y a esos modos,
pienso que altruistas, asépticos y ecuánimes de ver la vida.
Creo
que transmitir a los demás las cosas que a nosotros nos han
producido satisfacción, o nos han facilitado vías de pensamiento
aclaratorias, es el modo más bonito de decirle al lector que sí nos
importa como persona.
10
- ¿Cuál crees que es la clave para hacer que un recital poético
sea atrayente (Música durante la recitación o entre poemas,
cantidad de poemas a leer, número de presentadores o lectores,
temporalización, cualquier otro complemento)?
Después
de diferentes experiencias propias y ajenas, resumiría el éxito de
un recital en:
1.-
Nada de música o, si acaso, una ambiental en grado mínimo de
sonido. ¡Que la musicalidad la facilite el sentimiento provocado, si
es que se consigue provocar!
2.-
Cercanía con los asistentes al recital, abandonando si es preciso el
lugar que ocupamos detrás de la botella de agua, y dando a entender
que nada separa a los que recitamos y a los que escuchan lo que
recitamos, porque estamos diciendo lo que ellos en el fondo quieren
decirse a sí mismos pero no saben en realidad especificar.
Y
todo esto, por supuesto sin agobiarles, sin dar esa sensación tan
frecuente de que el poeta está por encima del bien y del mal o que
nada le interesa pero al fin y al cabo se ha decidido a pasar por
aquí, o que no hay ya ningún remedio para nada y todo en la vida es
una decepción, etc...
En
general, eliminar de las parafernalias presentadoras manifestaciones
epatantes y aparentemente graciosas y sustituirlas por el cuerpo a
cuerpo intelectual.
3.-
Implicar verbalmente al público, tenerle activo, ofrecerle leer
algo, no dejarle exclusivamente para las preguntas finales, que en
ocasiones pueden “pillarles” dormidos.
11
– La famosa pregunta de escribir para uno mismo y/o para los demás.
Escribo
para el yo que escribe en mí, para el otro yo que espera hacerme
después la primera crítica, para el futuro yo que se sorprende de
lo escrito ayer por mí y así sin solución de continuidad para los
yoes futuros y para todos los túes que estáis ahí como
prolongación de mi solitaria mismidad.
12
– Si te apetece, hazte tú mismo/a esta pregunta final y contéstala
(por supuesto).
¿Por
qué me incluyo yo entre mis poetas?
Lo
hago porque si sale a la luz un cuarto poemario en un plazo no muy
lejano, tendré ya, junto a otros méritos como presentador, editor y
organizador de eventos poéticos, una cierta trayectoria, que me
permitiría invitarme a mí mismo, incluso sin conocerme
personalmente, a ser partícipe de esta encuesta.
Y
perdón si hay algún halago implícito o explícito en lo argüido
aquí, pero es que si no, no me animo a invitarme.
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