Poemas de Francisco Caro en la Palabra Virtual Noticia sobre "El oficio del hombre que respira"
1
- ¿Cómo definirías tu poesía? ¿En qué proporción su temática
y estilo surgen espontáneamente o son provocados?
Si
todo intento de definir la poesía suele ser una acción fallida,
acometerlo con la propia no hace sino acrecentar las dificultades.
Renuncio al reto mayor, pero... Cómo sabemos que la poesía no
existe sin la construcción que permite sustentarla, léase el poema,
me atrevo a decir que entiendo el poema como un acto de lenguaje en
respuesta a una circunstancia emocional o a una provocación del
mundo. Se levanta con palabras, pero el poema, si en realidad lo es,
no es sólo las palabras que lo componen sino que funda su esencia en
los vacíos que entre ellas fructifican. Y la tensión con que –
palabras y vacíos– se odian o copulan. Creo que mis poemas
participan en alguna manera de esa noción. Y no tienen una génesis
única. A veces, para su inicio, me basta con escuchar una palabra. O
con imaginar un pasado que pueda justificarme.
2
- Así como los pintores de larga trayectoria se dice que pintan
siempre el mismo cuadro ¿Crees que el poeta que escribe
habitualmente está elaborando siempre el mismo poema? ¿Cuál es tu
caso?
Escribir
es firmar, retratarse. Es imposible escondernos detrás de lo
escrito, usarlo de pantalla. Nos identifica. Pero ese sello
indeleble, que debe ser entendido como voz propia o estilo, no
significa repetición de lo dicho. El tiempo nos va cambiando, no
somos la misma persona que éramos hace 20 años, ni nuestros poemas
lo deben ser. Si así fuera significaría que el poeta no existe, que
tras su máscara se esconde un servil escribiente. Pero tampoco somos
otra persona opuesta. La poesía debe acompañar la vida, que es
larga y además es lo que importa. Insistir en nosotros y variar con
nosotros, hacer ambos verbos compatibles es el secreto. La sutileza
de ser otro, de ser nuevo, sin dejar de ser uno mismo y su historia.
No sé si lo consigo. Cada vez escribo más poemas en los que el
hombre que ahora soy conversa con el que fui o con el que quise ser.
¿Por qué?
3
- ¿En qué modo crees que tu poesía sirve o puede servir como
terapia para tus lectores o para ti mismo/a?
Es
sabido que a muchos y grandes poetas les ha servido la decisión de
hacer poemas para combatir la soledad (Dickinson, Leopardi), que la
escritura les ha salvado y acompañado. Que la escritura salva es un
dicho repetido. No creo estar en ese modelo, en esa semejanza, pero
reconozco que me ha aliviado durante algunos últimos trayectos del
camino. Cosa que no es poco y que agradezco. No tengo la sensación
de que mis poemas sean curativos para nadie. faltaría más. Lo que
no empece para que en alguna ocasión algún lector haya compartido
conmigo algún sanador abrazo comunicativo. A veces ha sucedido. Con
eso basta.
4
- ¿En qué modo el/la poeta debe, o no, tender a elaborar una poesía
de la totalidad?
No
sé si manejamos el mismo concepto de la totalidad en poesía. Creo
que si por ello entendemos la capacidad del poeta para crear mundos
cerrados, definibles y propios a su alrededor (Machado, Vallejo) esto
solamente podemos apreciarlo a posteriori. Entender la búsqueda de
la totalidad, o de la transcendencia, como propósito inicial puede
llevar al ridículo o la frustración. O a la genialidad. En todo
caso es algo que sólo al final se hace evidente o no, nunca puede
ser premisa. El poeta debe intentar escribir poesía, llegar a su
cercanía, dotar a sus poemas de ese aroma. No es poco si a veces lo
consigue. Somos pavesas y búsqueda, lo que encontremos lo
encontraremos por añadidura.
5
- Musicalidad (con o sin rima), contenido, lenguaje poético: ¿de
cuál de estos tres pilares podría deshacerse un poema e incluso
así, seguir teniendo calidad?
Ya
dije que el poema, como voluntad de expresión, como vómito o como
camino hacia, es un acto de lenguaje. Esa actitud decidida de crear
desde las palabras me parece condición sine qua non. Pero el poema,
que es una intención, debe ser una tentación depurada. Me incomoda
hallar en él desaliño o verborrea. Y me molesta la palabra que
ocupa lugar y no trabaja. Vivimos en la época en que se llama poesía
a lo que alguien dice que es poesía. Sea. No seré yo quien ponga
normas a nadie, pero tengo para mí que sin cadencia en el decir,
léase musicalidad, me cuesta levantar el poema, siento que me
rehúye. No hablo de rebuscamientos, no hablo de línea clara o
hermética, simplemente defiendo que en poesía la forma también es
fondo. Y que escribir un poema es tensar el lenguaje, aunque no lo
parezca. Me incomoda la obviedad, lo repetido. El lenguaje poético,
naciendo del habla culta y/o coloquial, debe trascender lo
establecido y provocar; debe dotar a las palabras y a los silencios
que lo pueblan de nuevos significados, de sugerencias, de
posibilidades. Recuerdo de mi infancia “estaba la mar en calma/ la
luna estaba bravía”, pues eso, ese bravía dicho de la luna que me
hacía mirarla de otra forma.
6
- ¿Hasta qué punto es deseable que un poema sea sencillo, desnudo,
corto? ¿Es el paradigma del buen poema, conseguir delegar en el
lector el mayor peso posible, a la hora de interpretarlo?
Las
características físicas no presuponen la bondad del poema. Es
preferible para mí, y en eso creo no ser original, la ausencia de
oropeles lingüísticos, de retorcimientos, de chantajes emocionales.
Respecto a su extensión digamos que ahora están muy en boga los
aforismos, que en ocasiones son poemas cortos, esenciales, en otras
esbozos de poemas con posibilidades, y en otras muchas simples
ocurrencias que buscan la paradoja como escudo. Qué decir de la
inundaciones producidas por los haikús occidentales. Cualquier forma
es capaz de contener poesía. El problema no es ese. En general
prefiero la sencillez ante lo simple, lo enjuto ante lo corrupto. Y
suelo hacer caso al poema cuando este me pide terminar. Pienso en el
lector al escribir y no deseo acumular obstáculos ni oscuridades.
Tampoco los evito porque sí. Anhelo el coloquio con el lector que
quiere ser interpelado, que busca. O cuando menos desea ser
encontrado. ¿Paradigma del buen poema? Es difícil contestar, pero
en ocasiones algún lector desearía haber escrito lo que termina de
leer: para él es un buen poema. Tal vez estemos en el camino de su
definición, aunque sea una opción teñida por la subjetividad. A mí
me ha pasado recientemente leyendo al colombiano José Manuel Arango.
7
- ¿Favorece a la poesía actual la gran variedad de temáticas y la
ausencia de monolitos generacionales como los del 98 o 27?
Ignoro
si favorece o no. Tengo dicho en algún lugar que el panorama de la
poesía española actual semeja una gran meseta, densa, muy poblada,
de cierta altura, pero que carece de picos nevados visibles, de faros
guías. Parece que nadie pide ni necesita maestro (a no ser
anglosajones) en este territorio fértil, de enorme productividad
editorial, que hoy aparece atravesado por multitud de caminos, de
medios con que recorrerlo. Aunque tal efervescencia conlleve
dificultad al poeta para ser atendido o ser referencia social como
antiguo sucedía. Propondría –es un juego– parar a un nombre
corriente, de la calle, del trabajo, de la vida, y preguntarle por el
nombre de un poeta español vivo, ¿sospechan la respuesta? Tal vez
este estado de cosas no favorezca al poeta como bien social, pero sin
lugar a dudas la poesía vive uno de sus momentos más rico, más
libre, más ingenuo, más joven, más diverso. Las redes han dado un
puñetazo en la mesa. Me gusta como está. Sólo faltan compradores
no adolescentes.
8
- ¿En qué proporción el/la poeta deben vivir, más que escribir, o
viceversa, para alcanzar un nivel elevado de calidad y honestidad en
su creación?
La
vida está para ser escrita y el poeta no puede escribir de otra cosa
sino de la vida. "La escritura o la vida", tituló Semprún., en donde
la o es más identificación que disyuntiva. Las experiencias, las
cosas del mundo, el tiempo y su ignorancia, el amar y su desasosiego,
los otros, la muerte, el enigma de existir… ¿De qué diablos
escribir si no? "No sé vivir, escribo", dice uno de mis versos
últimos. "No sé escribir, vivo", tal vez sea uno de los que espero.
El acto de escribir es posada, refugio en el sendero del vivir,
también alternativa. En ocasiones están tan próximos que se
confunden y los confundimos. La calidad y la honestidad de la
creación poética son asuntos ajenos a esta realidad.
9
- Cuando creas poemas, ¿en qué medida lo haces con afán
pedagógico?
En
ninguna medida. Nunca me le he planteado. Es curiosa esta pregunta y
esta respuesta que ahora me sorprende. Porque es el caso que tengo
dos títulos –"Cuaderno de Boccaccio" y "Locus Poetarum"– donde
reflexiono sobre el acto y el hecho de escribir, sobre modelos, sobre
supuestas escuelas. Pero en ambos me veo como alumno que anota lo que
aprendió y aprende de lo leído, de lo vivido, jamás como alguien
que intenta remediar.
10
- ¿Cuál crees que es la clave para hacer que un recital poético
sea atrayente (Música durante la recitación o entre poemas,
cantidad de poemas a leer, número de presentadores o lectores,
temporalización, cualquier otro complemento)?
Como
todos, he leído en público en numerosas ocasiones, y en bastantes
de ellas me he preguntado por la utilidad del acto para mí y para
los oyentes. En unas pocas (que bien guarda mi memoria) he sentido un
silencio denso y atento a mi alrededor. Casi nunca se sabe qué es
lo que ha producido ese unánime pálpito de conciencias. Otra cosa
es lo del aparataje con que se circunda y visten las convocatorias,
con el que se pretende evitar lo triste o aburrido, y a veces se
consigue, pero la comunión comunicativa es otra cosa. En ocasiones
se produce y en otras no. Afirmo, eso sí, que hay actos largos y/o
tediosos, sin garra ni porqué que deberían evitarse: todos los
hemos protagonizado o sufrido, y lo seguiremos haciendo.
11
– La famosa pregunta de escribir para uno mismo y/o para los demás.
Creo
que escribo desde mí para mí y para los demás. Uno siempre espera
entenderse, uno siempre espera prolongarse, aunque sea mínimamente.
Estuve años sin publicar ¿debo suponer que escribía para mí?
Después he publicado en demasía ¿escribo para los demás? Ya sé
que el sentido de la pregunta no atiende al hecho o no de publicar,
pero aprovecho para recordar lo que un buen amigo me advirtió (ante
mis dudas sobre si dar a luz el primer libro): "Publica si te hace
ilusión, no pasará nada, pero recuerda que nadie espera un libro
tuyo; ni de ti ni de otros, claro." Tenía razón. Parece evidente que
los demás pueden vivir sin conocer nuestros poemas. Probemos a no
editar y verán como no pasa nada. En un siglo caben muy pocos poetas
necesarios. Este estado de cosas nos hace más libres en la opción,
no menos responsables con la poesía.
12
– Si te apetece, hazte tú mismo/a esta pregunta final y contéstala
(por supuesto).
¿Todo
tiene un final?
Sí,
y está bien que así sea.
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