jueves, 18 de abril de 2019

Lo que opina Ariadna G. García

Aquí tenéis las detalladas contestaciones de Ariadna G. García, a nuestro cuestionario. Disfrutadlo y si queréis conocer más datos de ella, podéis hacerlo en estos enlaces.



1 - ¿Cómo definirías tu poesía? ¿En qué proporción su temática y estilo surgen espontáneamente o son provocados?

No creo que sea definible, pero sí es verdad que hay rasgos en común entre todos mis libros. Con ellos pretendo ofrecer a mis lectores energía positiva. Con mis versos intento dar forma a una vida nueva, de amor y piedad.
Fondo y forma son un conjunto indisoluble. Cada libro, como decía José Martí, tiene un rostro diferente, obedece a un estímulo que exige un tono y una estética distinta. En mi caso, nacen siempre de manera espontánea. Caigo en su emboscada cuando menos lo espero. Es decir, los libros no se buscan, se nos imponen. Una sensación concreta en un lugar determinado puede convertirse en el detonante de un texto, y este primer poema, a su vez, con sus nuevos tonos y temas puede anunciarnos que el horno de la mente ya está listo para que lo llenemos de palabras. Por ejemplo, mis numerosos viajes a Finlandia fueron el detonante, el temporalizador y la carga explosiva de mis libros La guerra de invierno (Premio Internacional de Poesía “Miguel Hernández-Comunidad Valenciana”, Hiperión, 2013) y Las noches de Ugglebo (Premio “El Príncipe Preguntón”, Granada, 2016). La meternidad y el deseo de pervivencia de toda forma de vida en La Tierra, por otra parte, fueron los impulsores de mi obra más reciente, Ciudad sumergida (Hiperión, 2018).


2 - Así como los pintores de larga trayectoria se dice que pintan siempre el mismo cuadro ¿Crees que el poeta que escribe habitualmente está elaborando siempre el mismo poema? ¿Cuál es tu caso?

Pues la verdad es que cada uno de mis libros, aun compartiendo un tronco común, es completamente diferente de los demás. Ese tronco unificador sería mi diálogo con la tradición poética, el deseo de transformación de la convivencia (para hacerla más respetuosa y solidaria), mis ganas de innovar en lo temático y en lo formal, la hibridación de géneros literarios y la apertura a las influencias de cualquier obra Arte (pintura, cine, música…). Dicho esto, cada poemario –y ya he publicado ocho– es distinto del resto, porque yo tampoco soy la misma.



3 - ¿En qué modo crees que tu poesía sirve o puede servir como terapia para tus lectores o para ti mismo/a?

En ninguno. Un poemario no cura. Alumbra. Alienta. Acompaña. O como dice Jorge Riechmann, ofrece cuidados paliativos para vivir mejor.



4 - ¿En qué modo el/la poeta debe, o no, tender a elaborar una poesía de la totalidad?

Ya intentó Juana Inés de la Cruz con su obra magna, Primero sueño, acceder al conocimiento de la totalidad, desde la rosa al cosmos. Y aquella silva filosófica no habla de otra cosa que de la derrota del entendimiento, de la frustración de quien se puso una meta intelectual demasiado elevada. Así pues, no creo que los poetas debamos imitar a Ícaro con vanas pretensiones. Nuestros objetivos deben ser más modestos. Como los de Virgilio: hablar del maravilloso espectáculo de lo minúsculo.



5 - Musicalidad (con o sin rima), contenido, lenguaje poético: ¿de cuál de estos tres pilares podría deshacerse un poema e incluso así, seguir teniendo calidad?

La poesía es música, decía Machado. La retórica es imprescindible para la evocación de emociones, que es la esencia del género lírico. Y estos andamios, a su vez, son fundamentales para elevar a categoría estética cualquier tema que queramos abordar.



6 - ¿Hasta qué punto es deseable que un poema sea sencillo, desnudo, corto? ¿Es el paradigma del buen poema, conseguir delegar en el lector el mayor peso posible, a la hora de interpretarlo?

No creo en ninguna convención formal, y eso implica cualquier prejucicio sobre la extensión de un texto. Tan evocador puede ser un haiku de Basho como el Elogio de la vida retirada de Luis de León. Lo que sí me parece necesario es escuchar el alma del poema y dejarlo donde nos pide, sin forzarlo. Cada texto tiene su medida, a la que se llega por intuición.



7 - ¿Favorece a la poesía actual la gran variedad de temáticas y la ausencia de monolitos generacionales como los del 89 o 27?

Siempre ha habido variedad temática. Por seguir hablando del 27, ¿cuántas corrientes había por aquel entonces? Neo-barroca, neo-romántica, surrealista, civil, neo-popular, vanguardista, pura-impura… La riqueza temática y estética siempre anima el movimiento poético de un país, crea un magma necesario para que haya futuras solidificaciones de voces inmortales. Aunque no todas las propuestas sean del mismo interés. Dámaso Alonso decía, a propósito de la Vanguardia española, que, pese a que en contados ocasiones produjo obras de mérito, sí fueron necesarias aquellas “arriscadas aventuras” para la renovación surreal que vino después.
Y en cuanto a los monolitos… Hoy tenemos muy claro que lo son Quevedo, Góngora, Lope o Juana Inés, pero durante doscientos años nadie se acordó de ellos si no era para denostarlos. Los mejores modelos, para mí, son los clásicos, esos deben ser nuestros referentes: Virgilio, Píndaro, Safo, Horacio. Faros cuya luz nunca se apaga.



8 - ¿En qué proporción el/la poeta deben vivir, más que escribir, o viceversa, para alcanzar un nivel elevado de calidad y honestidad en su creación?

Para escribir, sobre todo, una debe amar. Ya lo decía Ángel Ganivet en Los trabajos del infatigable creador Pío Cid (1897), donde define qué es ser poeta: “Poetas son los hombres –añadamos las mujeres– capaces de ver las cosas con amor”.



9 - Cuando creas poemas, ¿en qué medida lo haces con afán pedagógico?

Jamás. No soy una poeta neoclásica. Es decir: no soy una poeta educadora.



10 - ¿Cuál crees que es la clave para hacer que un recital poético sea atrayente (Música durante la recitación o entre poemas, cantidad de poemas a leer, número de presentadores o lectores, temporalización, cualquier otro complemento)?

Que la poesía a leer, y por tanto a escuchar, sea de excelente calidad.



11 – La famosa pregunta de escribir para uno mismo y/o para los demás.

Siempre en diálogo con una comunidad lectora. La poesía es conocimiento íntimo que se comunica a los demás para establecer vínculos, para reconocernos los unos en los otros, y acompañarnos.



12 – Si te apetece, hazte tú mismo/a esta pregunta final y contéstala (por supuesto).

Pues la siguiente se la debo a Nuria Azancot, que dejamos inédita en octubre: ¿De qué tradición literaria te sientes heredera, cuál te interesa más, española o extranjera (si es que alguna lo es de verdad)?

Cada libro tiene varias tradiciones detrás. A grandes rasgos: Napalm, la hispanoamericana (Rosario Castellanos, Roque Dalton, Julio Cortázar) y la novela picaresca; Apátrida, la grecolatina (Homero, Virgilio), los debates medievales, y poetas independientes del siglo pasado (Unamuno, Cernuda) ; La Guerra de Invierno, la ascética (fray Luis de León) y la narrativa finlandesa; Helio, la mística española y oriental (Estella, Osuna, Jayyam, Rumi), el existencialismo y la lírica romántica; Las noches de Ugglebo, la grecolatina (Esopo, Fedro) y la literatura juvenil; Línea de flotación, el haiku japonés, la poesía pura; Ciudad sumergida, la tradición americana (Walt Whitman, Amy Lowell, Mary Oliver, Elizabeth Bishop, Thoreau), la nórdica (Inger Christensen), el modernismo español, la mitología griega (Hesíodo) y las leyendas medievales (el título del libro recoge una tradición que se remonta al Caballero Zifar y antes, a Las mil y una noches). Con todo, mi alma es renacentista: me gusta el ensamblaje de corrientes, y aspiro a la mejora de cuanto me rodea.


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